martes, 23 de septiembre de 2008

Pasan los años pero no su vigencia



Entre sin darme cuenta que las formas de este edificio ya estaban actuando sobre mi ser. Su vestíbulo principal me desconcertó, era un espacio con mucha jerarquía, no era para menos, era mi primer acercamiento a la vida universitaria.

Me detuve ante la magnitud del espacio, me sentí solo y enseguida hui hacia la bedelía, un espacio donde podía controlar su escala, sin que me pasara un extraño por delante mío corriendo con una maqueta en sus brazos.

Realice los trámites correspondientes y volví a salir a ese espacio central de donde surgen un montón de cosas que fui descubriendo a lo largo de varios años de convivencia. Hasta el día de hoy sigo descifrando los porque de cada una de sus formas y sus vinculaciones.

Empecé mi recorrido de rigor, y no supe ver el magnífico edificio que me iba a albergar a lo largo de toda la carrera. Amplios pasillos, aulas poco convencionales, un estanque con peces de colores y varios frescos originales de Torres García entre otras cosas, hacían que me imaginara unos años distintos de mi vida.

Hoy, después de varios años de haber puesto mi primer pie dentro de esa facultad puedo relajarme sin pensar en exámenes y disfrutar de ese magnífico edificio diseñado en otra época pero que no pierde la vigencia dada la buena calidad en su diseño.

Si tienes un rato y pasas por Montevideo, date una vuelta por este edificio que es un muy buen ejemplo de arquitectura, de la buena, de la que no pasa de moda.

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