Cultivador de la armonía y la precisión, amigo de la proporción y del uso de la luz natural, cuenta con una obra reducida en número y amplia en reconocimientos. Su estilo esencial y equilibrado, tan intemporal como contemporáneo, es más convincente que deslumbrante. Campo Baeza prefiere la emoción a la sorpresa. Elimina lo superficial y cada línea, cada plano y cada espacio alcanzan una significación de alta densidad. Esto explica su prestigio entre los arquitectos y su relativo anonimato entre las estrellas mediáticas de la arquitectura.
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